Pack de vida eterna

Homilía del Corpus Christi (Jn 6, 51-58)

cathopic_148553343723296-min.jpgPreparando la homilía de esta semana, cuyo tema es la celebración del Corpus Christi, me he topado con una homilía del Papa emérito Benedicto XVI que me ha hecho pensar mucho. Trascribo una parte a continuación:

«El tema elegido, «Sin el domingo no podemos vivir», nos remite al año 304, cuando el emperador Diocleciano prohibió a los cristianos, bajo pena de muerte, poseer las Escrituras, reunirse el domingo para celebrar la Eucaristía y construir lugares para sus asambleas.
En Abitina, pequeña localidad de la actual Túnez, 49 cristianos fueron sorprendidos un domingo mientras, reunidos en la casa de Octavio Félix, celebraban la Eucaristía desafiando así las prohibiciones imperiales. Tras ser arrestados fueron llevados a Cartago para ser interrogados por el procónsul Anulino. Fue significativa, entre otras, la respuesta que un cierto Emérito dio al procónsul que le preguntaba por qué habían transgredido la severa orden del emperador. Respondió:  «Sine dominico non possumus»; es decir, sin reunirnos en asamblea el domingo para celebrar la Eucaristía no podemos vivir. Nos faltarían las fuerzas para afrontar las dificultades diarias y no sucumbir. Después de atroces torturas, estos 49 mártires de Abitina fueron asesinados. Así, con la efusión de la sangre, confirmaron su fe. Murieron, pero vencieron; ahora los recordamos en la gloria de Cristo resucitado.
Sobre la experiencia de los mártires de Abitina debemos reflexionar también nosotros, cristianos del siglo XXI. Ni siquiera para nosotros es fácil vivir como cristianos, aunque no existan esas prohibiciones del emperador. Pero, desde un punto de vista espiritual, el mundo en el que vivimos, marcado a menudo por el consumismo desenfrenado, por la indiferencia religiosa y por un secularismo cerrado a la trascendencia, puede parecer un desierto no menos inhóspito que aquel «inmenso y terrible» (Dt 8, 15) del que nos ha hablado la primera lectura, tomada del libro del Deuteronomio. 1482874667152319-min.jpg
En ese desierto, Dios acudió con el don del maná en ayuda del pueblo hebreo en dificultad, para hacerle comprender que «no sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca del Señor» (Dt 8, 3). En el evangelio de hoy, Jesús nos ha explicado para qué pan Dios quería preparar al pueblo de la nueva alianza mediante el don del maná. Aludiendo a la Eucaristía, ha dicho:  «Este es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron:  el que come este pan vivirá para siempre» (Jn 6, 58). El Hijo de Dios, habiéndose hecho carne, podía convertirse en pan, y así ser alimento para su pueblo, para nosotros, que estamos en camino en este mundo hacia la tierra prometida del cielo.
Necesitamos este pan para afrontar la fatiga y el cansancio del viaje. El domingo, día del Señor, es la ocasión propicia para sacar fuerzas de él, que es el Señor de la vida. Por tanto, el precepto festivo no es un deber impuesto desde afuera, un peso sobre nuestros hombros. Al contrario, participar en la celebración dominical, alimentarse del Pan eucarístico y experimentar la comunión de los hermanos y las hermanas en Cristo, es una necesidad para el cristiano; es una alegría; así el cristiano puede encontrar la energía necesaria para el camino que debemos recorrer cada semana».

Quizá alguno piense «esta semana no te has esforzado mucho con la homilía». Cierto, pero es que me parecen unas palabras tan importantes y tan llenas de sentido… Gente que desafía al emperador porque sin la Eucaristía no pueden vivir, los desiertos de la vida con lo que tienen de desaliento y tristeza, Dios que nos deja la Eucaristía como alimento del alma para recorrer nuestro camino cada semana, la Iglesia reunida como una familia en cada misa…

1480008142170048.jpgAyer hubo una boda en la parroquia. Como habitualmente luego te dejan la iglesia y sus alrededores hecha un asco: papeles, arroz, bancos movidos, escándalo hasta que se van, retraso a la hora de empezar la siguiente celebración… Hay gente habitual de la parro que se queja, sobre todo de que están en la iglesia como si fuera el bar. No les falta razón. Pero, también pienso que son pequeñas incomodidades para nosotros que a ellos les proporcionan un día muy feliz. Creo que vale la pena. Porque en su vida matrimonial, aunque les vaya muy bien y lleguen a celebrar sus bodas de oro, van a tener fases de desierto en su vocación. Fases de cansancio, de obstáculos, de desaliento, de mirar atrás, de enemigos externos e internos… Así es la vida para todos, también para quienes se casan. Bien está que comiencen con un día muy feliz y no con un día en el que se peguen con el cura… Yo pido para ellos, como lo hago para todos y para mi mismo, que sepan reconocer a Jesús en la Eucaristía. Jesús no dice «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre» porque sí. Lo dice porque es algo real. La Eucaristía no es un rito simbólico vacío. Es el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Cuando comulgamos lo llevamos dentro. Y cuando llevamos a Jesús dentro Él nos comunica su capacidad de amar, de servir, de entregarse, de aguantar, de esperar, de ayudar, de superar… cuando comulgamos a Jesús participamos de todo lo que es Jesús en la medida en que somos capaces. Es importante no fallar a misa los domingos y comulgar con el alma preparada (qué fácil es olvidar la confesión o pensar que no nos hace falta).

Celebremos el Corpus Christi con la devoción con que lo haría la Virgen María. Misa, procesión, adoración a Jesús Eucaristía. Un pack de vida eterna, de vida en el sentido pleno de la palabra.

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