Empaparse de Jesucristo

Homilía del 2º Domingo del Tiempo ordinario (Jn 1, 35-42)

Hay muchas cosas dcathopic_1486742115434363.jpgel día a día que si uno se pone a explicarlas parece tonto porque son de Perogrullo. Si yo me pusiera a explicar que esta noche se ocultará el sol o que amanecerá al alba, la mayor parte de ustedes me diría que si les estoy tomando por tontos. Pero, a veces, detenerse en cosas tan tontas nos sirve para explicar cosas profundas. Por ejemplo, algo tan simple como que el agua no sólo moja, sino que empapa. Las esponjas o las balletas que usamos se empapan, se llenan por dentro del agua que las ha mojado. Luego se escurren y sale de dentro esa agua. Y de ahí una expresión común referida al mundo del teatro o el cine que decimos, cuando un actor lo ha hecho muy bien, es que se ha empapado de su personaje, parece que lo lleva dentro y es como si fuera él en los gestos, las reacciones, la voz,… Se ha empapado tanto que lo vive. Bueno, pues, también nos podemos empapar tanto de Dios que, como la esponja cuando la aprietan, “salpicas” a los demás o, como el actor cuando actúa, lo vives porque lo tienes tan dentro que sale, que brota, que irradia. Jesucristo es el Hijo de Dios y, como tal, nos hace visible cuán grande es el amor de Dios por cada uno. Cuando uno se empapa de Jesucristo, se llena de todas estas cosas y la alegría con la que vive así lo muestra.

En el Evangelio de hoy dos discípulos de Juan el bautista, Andrés y Juan, pasaron la tarde con Jesús, vieron donde vivía y se quedaron con él aquel día. Tanto les impactó que después recordaban la hora (serían las cuatro de la tarde) y fueron a contárselo a otros (Andrés encuentra primero a su hermano Simón y le dice «hemos encontrado al Mesías»). Aquella tarde se empaparon de Cristo y fruto de aquello le dedicaron su vida porque lo que él transmitía, lo que él irradiaba, daba sentido a su ser. Encontraron aquello que su corazón buscaba. Quienes hemos encontrado nuestro sitio en el mundo a raíz de la fe o de encontrar a la persona que te completa o de ser sacerdotes o consagrarnos a Dios o cualquier vocación, quienes hemos encontrado nuestra vocación podríamos hablar de esto largo y tendido. Dios nos ha creado a cada uno para una vocación, una misión en el mundo, que tiene que ver con encontrar el amor eterno de Dios y, sin duda, que ello pasa por empaparse de Cristo y dejar que él nos conduzca hacia lo que nuestro corazón anhela, como les pasó a Andrés y Juan y tantas personas a lo largo cathopic_149382779420573.jpgde la historia.

Además de estas cosas, hoy conviene hablar de la segunda lectura, cuyo tema es la fornicación. El diccionario de la Rae define esta palabra como la acción de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio. He releído esta lectura varias veces y en todas me ha hecho pensar acerca de la importancia de la amistad verdadera. ¿Por qué? ¿Qué es el matrimonio sino dos amigos, hombre y mujer, que siendo amigos descubren que su amistad es única, especial y es más profunda que cualquier otra? Y pasa el tiempo y se dan cuenta que se va creciendo hasta el punto de querer sellar esa amistad con el compromiso para toda la vida y la entrega total de sus personas. Pero lo primero es la amistad, por ahí se ha de empezar. Lo que san Pablo precisamente denuncia son todas esas relaciones sexuales en las que o no hay una amistad verdadera y profunda, ni un compromiso para toda la vida, ni se pretende la entrega total de la persona sea dentro o fuera del matrimonio. Las tres notas son necesarias. Cuando falta alguna algo falla y es la persona la que queda herida interiormente. Una de las consecuencias de vivir en esto es que muchas personas ya incluso desde adolescentes empiezan a creer imposible que alguien les pueda querer de verdad, alguien honesto, que busque precisamente un amistad especial y no un aprovecharse. Y como piensan que no lo van a encontrar, que es lo normal y que lo hace todo el mundo pues un rollo un día, otro día otro y al día siguiente a contarlo a los amigos y amigas. Es duro encontrarse a chicos y chicas que ya en la adolescencia están metidos en esta mentalidad. El amor verdadero es para muchos una utopía inalcanzable y esto es una desgracia de nuestro tiempo.

cathopic_1493565995543945.jpgNo importa quién seamos, dónde haya estado uno, qué haya hecho, Dios nos ama exactamente como somos, quiere perdonarnos y hacer de nosotros una vida nueva. Que digamos esto de Dios nos puede parecer algo normal pero es algo muy grande. Y más aún, hay personas que se han empapado de Dios y pueden amarnos de la misma manera. Las podemos encontrar y tenemos que enseñar a nuestros jóvenes a encontrarlas a través de la verdadera amistad, dejando cada cosa a su tiempo, siendo modelos de ello y sin avergonzarnos ni lo más mínimo.

 

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s