El mayor logro del ser humano

Homilía de la solemnidad de la Ascensión del Señor (lecturas)

710OYwKAonL.jpgHe conocido estos días un libro que recoge los grandes logros españoles de la historia, concretamente 1785 logros que tienen como protagonista a un español. El libro se llama «1785 motivos por los que hasta un noruego querría ser español». Se trata de inventos, logros deportivos, progresos científicos o grandes hechos históricos. Ahí aparece que uno de los primeros mandos a distancia lo inventó un español. Cuando lo leí lo vi claro: uno que en la hora de la siesta no quería levantarse del sillón para poner el documental de la 2. Eso nos representa. Pero no. Leonardo Torres Quevedo lo que hizo fue un aparato para dirigir vehículos y logró en 1906 hacer una demostración guiando en el puerto de Bilbao un bote desde la orilla.

Cuando conocemos progresos importantes o grandes logros de personas siempre nos sentimos impresionados y si esa persona es de nuestro país o, incluso, de nuestro pueblo, esa impresión se convierte en orgullo. Nos sentimos orgullosos por las cosas buenas que alcanzan nuestros paisanos. Gracias a esos primeros hombres los que hemos venido después hemos podido disfrutar y alcanzar sus propios logros.

Hoy, que es el día de la Ascensión del Señor, es un buen día para pensar que el mayor deangiemenes-1555969079905-cathopic.jpg los logros de la humanidad no es ir a la luna o enviar satélites al espacio. Tampoco es haber podido escalar las montañas más altas, volar en avión o surcar los mares. Ni siquiera una vacuna o un avance en la curación de cualquier enfermedad. El mayor logro del ser humano es, en realidad, ir al cielo. Y un día como hoy sucedió que por primera vez en la historia un hombre fue al cielo. No fue otro que Jesucristo, nuestro Señor. En el designio de Dios estuvo que su Hijo se hiciera hombre y que este hombre-Dios, después de hacer el bien y entregar su vida en la cruz, resucitase y ascendiera al cielo, el primero de todos. Nos lo ha recordado tanto la primera lectura como el evangelio de hoy: Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría. Este es el mayor logro del ser humano. Lo ha traído Dios, pero pertenece al ser humano también.

Por ello es bueno pedir con san Pablo (frase de la segunda lectura) que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, nos dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de nuestro corazón para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama. Dios nos ha hecho para ir al cielo. No nos ha hecho para ser los más ricos, para ser los mejores en todo o los más importantes. Tampoco nos ha hecho para ser famosos o tener una vida de dulce. Alguno dirá «yo con tener una vida tranquilita me conformo». Pues tampoco, en el fondo, nos ha hecho para eso. Hemos sido hechos para el cielo, esa es nuestra vocación y la meta de nuestra vida. Y esa debería ser nuestra mayor preocupación y nuestro mayor anhelo.

Pero el cielo no se espera sentados, sino que se anuncia, incluso, se anticipa recogiendo el testigo de la Palabra del Señor. Jesús les dice recibiréis la fuerza del Espíritu y Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra. Cuánta gente vive vacía de sentido por no conocer el amor de Dios y, por tanto, no poder mirar más allá que los pocos años que uno pasa en esta tierra. Por no poder despedir a un ser querido y rezar para que vaya al cielo. Por no poder asumir un sufrimiento viviéndolo junto a Jesús y esperando su fruto en la eternidad. Por no conocer el perdón de Dios que sana lo más oscuro de la historia de nuestra vida. Por no conocer, en definitiva, a Cristo.

gerajuarez-1547079605894-cathopic.jpgCuando Jesús ascendió al cielo, cuenta san Lucas que dos personajes misteriosos aparecieron mientras los discípulos se habían quedado embobados llenos de alegría y paz interior al ver a Jesús subiendo al cielo: Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo. Son palabras que tratan de despertarlos como diciéndoles «venga, chicos, Jesús va a volver y a ver qué mundo se encuentra cuando lo haga». Pues eso, cuando vuelva Jesús, ¿qué mundo va a encontrar? ¿Será un mundo donde haya más fe y más amor que cuando él ascendió al cielo? ¿Será un mundo donde el bien, el amor, la paz, le hayan comido terreno e, incluso, vencido totalmente al mal, el egoísmo y el odio? Quizá, al menos, donde haya un cristiano, así sea.

El mes de junio es el mes del Sagrado Corazón de Jesús. Nos ponemos en sus manos para transformar este mundo en la espera del venidero, al que Jesús nos abrió las puertas con su muerte, resurrección y ascensión al cielo.

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